Cuando Paco Cuevas comenzó a trabajar con 14 años en el mastren de Cantero no podía pensar que su vida laboral y familiar iba a transcurrir entre masas, panes, roscos y pasteles.
Nacido en Marbella, su infancia transcurrió jugando y ayudando a sus padres y hermanos.
Eran épocas de mucha necesidad que se iban solventando con el gran cariño de la familia, los buenos guisos de su madre Salvadora y del trabajo en el campo. No faltaban los roscos y buñuelos tradicionales en Navidades que hoy en día seguimos haciendo en nuestro obrador y con las recetas heredadas de la familia.
Mientras tanto, en un pueblo de la Axarquía una pequeña Cristina asistía al colegio. Era la más pequeña de una familia de seis hermanos donde el padre, Juan, dedicado a la construcción, iba abriendo caminos por esta Andalucía y su madre y hermanos esperaban en el pueblo cultivando y cuidando de animales y del campo para abastecer y cubrir las necesidades de la familia.
Pronto, estos jóvenes cruzaron sus vidas en unos futbolines para no separarse hasta ahora. Los azares de la vida les hicieron cambiar de panadería a San Bernabé, abrir una tienda de ultramarinos, unas mercerías, asociarse con otros compañeros para crear Panificadora Marbella y posteriormente, en 1983 crear su panadería en solitario con el obrador en el polígono la Ermita y su primera tienda en el barrio de Miraflores.
Una vez establecidos y trabajando día y noche con tres hijos y mucha ilusión, intentan mejorar las instalaciones con la actual ubicación y se empieza a montar otros Cripanes. Trabajo, unión y ganas de disfrutar con las cosas bien hechas es lo que esta pareja ha inculcado a familia, trabajadores, colaboradores y amigos para disfrutar dulcemente y diariamente de vivir en Marbella rodeados de gente buena y con una vocación que hoy en día transmiten a una tercera generación de panaderos y pasteleros de la familia, adaptándose a los tiempos pero siempre con la tradición y los buenos ingredientes como base del día a día.